Tus esquemas de vida pueden cambiar, aún cuando parezca imposible
Alguna vez te has preguntado lo siguiente ¿será qué puedo modificar mis conductas? O ¿mi forma de ver el mundo podrá cambiar? ¿Cómo hago para no repetir siempre los mismos comportamientos? Algunas de estas preguntas, suelen ser recurrentes y en ocasiones nos pueden generar malestar sobre si podremos o no cambiar esas conductas.
Sin embargo, es necesario entender como funcionan y se adquieren nuestros esquemas o también conocidos trampas vitales. Estos son estructuras cognitivas, que adquirimos en nuestro desarrollo de vida y cumplen la función de mediar la percepción de la realidad y de ayudarnos a solucionar las problemáticas que nos acontecen. Que es necesario tener en cuenta, los esquemas o trampas vitales son adaptativas en nuestra etapa de infancia, ya que cumplen con la función de ayudarnos adecuar a las diversas circunstancias del desarrollo, tanto en nuestro entorno familiar como en el social. Sin embargo, estas circunstancias varían a medida que crecemos y las necesidades de adaptación no son las mismas, por lo tanto, el esquema que se adquirió en la infancia no funciona adecuadamente en la adultez y esto nos genera malestar, dado que este determina lo que pensamos, sentimos y como nos relacionamos.
Por esta razón, aunque los esquemas o trampas vitales juegan un rol fundamental en nuestra vida, también tenemos la posibilidad de trabajar en ellos y modificar aquellos patrones de conducta que de una u otra manera no son tan adaptativos y nos generan malestar, para ello se requiere un practica constante, y lo siguiente te puede ayudar.
- Etiqueta e identifica tus esquemas o trampas vitales, el lograr identificarlos, ayuda a que podamos observar con más facilidad como estos afectan nuestra vida diaria. El autoconocimiento de cómo funciona el esquema en nosotros, es vital para reconocer las conductas repetitivas que generan malestar e incomodidad.
- Entiende los orígenes del esquema o trampa vital, reconoce ese niño interior herido, algo para tener en cuenta, cuando se logra observar adecuadamente la trampa en nosotros, el modificar el sufrimiento que se genera es revivirlo de una u otra forma. Sin embargo, solemos crear mecanismos que nos protegen y bloquean el sufrimiento, impidiendo que estemos en contacto con ellos. Por lo tanto, para entender la trampa es necesario recordar la infancia, visualizar estos recuerdos lo mejor posible y poderlos sentir. En ocasiones, estos recuerdos pueden ser sumamente dolorosos y requieran de la compañía de un terapeuta.
- Somete a juicio tu esquema o trampa vital, desaprueba su validez, invalidar la creencia y atacar tu esquema a nivel cognitivo, es dudar acerca de su validez. Ya que, cuando le damos el poder de creerla, más complejo se vuelve el modificarla. Un ejemplo que nos puede ayudar a cambiarla, es poder enumerar situaciones objetivas de tu vida, a favor y en contra de la trampa, realizando una lista de las pruebas que apoyan el esquema, y luego otra lista con todas las pruebas que confirmen lo contrario al esquema. En la mayoría de los casos, al poner ambas listas en una balanza encontraras que las creencias del esquema en su mayoría son falsas.
- Escribe cartas aquellas personas que favorecieron al esquema o trampa vital, desahogarte de todas aquellas emociones que nunca te has permitido vivir y que cargas continuamente, es darle la oportunidad a tu niño interior de sanar. Por esa misma razón, identificar aquellas personas y escribirles nos ayuda a superar la culpabilidad.
- Examina el patrón del esquema o trampa vital con detalle, comprueba cómo funciona la trampa en la actualidad, identificando los hábitos contraproducentes que refuerzan el patrón de conducta.
- Rompe el patrón, identifica estrategias o técnicas que te puedan ayudar a romper con la conducta, pregúntate ¿Cómo puedo cambiar? Y selecciona aquellos pasos que te sientas capaz de realizar y superar. Importante que trabajes en las conductas que has logrado evidenciar que refuerzan tu trampa.
Por último, recuerda esto que es sumamente importante “Continúa intentándolo” es de gran importancia no darse por vencido y no dejar de intentarlo cuantas veces se requiera, y es que en ocasiones la emoción de frustración puede llevarnos a sentir que no podemos cambiar o modificar esas conductas, pero la verdad es que este cambio requiere tiempo y trabajo, y sobre todo enfrentarte a ti mismo, una y otra vez. Es importante tener en cuenta, en ocasiones este trabajo no se logra solo por si mismo y requiere el acompañamiento u orientación de un terapeuta psicológico, que te permita abordar aquellos temas personales que nos generan malestar, recuerda pedir ayuda es importante.
Sara Lucía Uribe Marín
Magíster en Psicología Clínica