De la Interacción y los Vínculos
Melissa Morales Rúa
Magíster en Terapia familiar y de pareja
Psicóloga
-Tengo una relación dolorosa, me pregunto ¿cómo voy a salir de ahí? Sé que la relación de pareja que tengo en este momento me hace daño, pero ¿por qué no soy capaz de dejarla? Siento que mi pareja no me entiende, ¿por qué no me dedica tiempo?-
Estos son algunos de los cuestionamientos que se realizan los consultantes cuando evidencian conflictos que los han hecho sentirse heridos, sin embargo, aunque experimentan dolor y son “conscientes” de que desean romper o modificar el vínculo no se sienten capaces y en contra vía buscan todo tipo de pretextos para quedarse, “aguantar”…
En consulta se escuchan expresiones de insatisfacción, desconexión, desorganización, inestabilidad e inseguridad frente a las interacciones y los vínculos íntimos establecidos.
Pues bien, esto puede ser explicado en términos de la Teoría del Apego.
La Teoría del Apego (TA) logra explicar el funcionamiento de las relaciones cercanas y significativas. La teoría es desarrollada por John Bowlby (1969, 1979, 1980), y plantea que las experiencias del vínculo temprano se internalizan como esquemas, los cuales influyen en la manera de hacer frente a las relaciones afectivas que se establezcan en la adultez, especialmente ante las situaciones de conflicto (Guzmán, Santelices y Trabucco, 2015).
De ahí que, sea importante decir, que biológicamente las personas tienen necesidades básicas, una de ellas es la de recibir afecto, por eso, y de acuerdo con la TA, para los seres humanos es inherente el formar vínculos afectivos a los que puedan acudir cuando exista una necesidad (Guzmán, Santelices y Trabucco, 2015). Esto, porque como afirman Fraley y Shaver (2000) las relaciones de pareja favorecen la intimidad y el cuidado (citado por Guzmán, Santelices y Trabucco, 2015).
Entonces, la médula de la TA concibe la comprensión de que el ser humano, desde que nace, necesita desarrollar una relación con uno o varios cuidadores principales con el propósito de que logre un adecuado desarrollo social y emocional. (Rodríguez, 2014). Es el primer vínculo el que da el cimiento para la seguridad del niño, que después continuará en el adulto.
Ahora bien, la TA reconoció cuatro estilos de apego en las relaciones tempranas: Seguro, inseguro – ambivalente, inseguro evitativo y desorganizado; posteriormente hacia el final de los años 1980 tal identificación se extendió a las relaciones íntimas en los adultos y en correspondencia a la clasificación anterior se categorizaron los estilos: seguro, en donde se encuentran adultos que manifiestan una visión positiva de sí mismos, de las parejas y de las relaciones; son personas que se sienten cómodas con la intimidad, pero que también son autónomas en relación con su comportamiento, estas se apoyan en su pareja como una estrategia de afrontamiento ante las situaciones conflictivas, puesto que su pareja se muestra disponible para proporcionar alivio;
Por el contrario, los adultos con estilo ansioso – preocupado, son personas excesivamente dependientes, suelen buscar aprobación de la pareja, son personas que muestran mayores niveles de desconfianza y pueden manifestar preocupación e impulsividad en sus relaciones, lo que hace que sean mucho más expresivos emocionalmente.
También suelen angustiarse por un posible abandono o rechazo por parte de su pareja, de igual modo, hacen bastantes esfuerzos por lograr la atención, apoyo y amor de la otra persona, esto, acompañado de inseguridad ante tal consecución; quienes forman un estilo de apego evitativo – independiente suelen ser individuos autosuficientes, que se muestran como personas sin necesidad de relaciones cercanas, estas tienden a reprimir sus sentimientos, se distancian de la pareja manifestando visiones negativas de ellas a manera de protección y quienes han desarrollado el estilo de miedo – evitación, tienen sentimientos encontrados sobre las relaciones, además suelen desconfiar de sus parejas y se desvalorizan a sí mismos (Guzmán, Santelices y Trabucco, 2015; Jiménez y Maldonado, 2020).
Con todo lo anterior es posible decir, que las preguntas manifestadas por quienes consultan aparecen, precisamente, ante la sensación de incapacidad de encontrar estrategias que les permitan resolver conflictos y frente la búsqueda de regulación del afecto ante las situaciones de amenaza (Feeneyy Noller, 2001; Mikulincer, Shaver y Pereg, 2003) (citado por Guzmán, Santelices y Trabucco, 2015).
Pero el apego no solo puede verse como una necesidad de afecto sino, y en concordancia con Bowlby (1988) como la necesidad psicológica de seguridad (Bowlby, 1988; Schaffer, 2007) (citado por Rodríguez, 2020); ya que para las personas es relevante tener la certeza de que la pareja proveerá disponibilidad emocional o lo que es igual, seguridad que protege las funciones vitales.
Así entonces, es factible decir que el apego contribuye de manera significativa a la forma de percepción individual de lo social y al modo como se establecen las relaciones con los otros. Por ello se hace necesario reconocer a cada miembro de la pareja en su individualidad, puesto que la necesidad de apego es universal y la experiencia contextual de cada miembro de la pareja es distinta (Jiménez y Maldonado, 2020).
Por lo tanto, cada uno de los que integran la pareja deberán hacer un esfuerzo por identificar y comprender las necesidades afectivas del otro, necesidades, que en términos de apego han quedado insatisfechas.
En consecuencia, se puede afirmar que los vínculos afectivos están mediados por la experiencia interna y la historia, y a la vez se van moldeando y transformando, razón, por la que hay que asignar un gran significado a las interacciones sostenidas con quien provee cuidado desde que se es infante, ya que son las que marcarán la pauta para el establecimiento de vínculos satisfactorios y seguros en la edad adulta (Jiménez y Maldonado, 2020).
Entender como actuamos y como actúa el otro facilitará la realización de ajustes, que posibilitarán la creación de nuevas formas y modelos de interacción.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Guzmán, Santelices y Trabucco. (2015). Apego y Perdón en el Contexto de las Relaciones de Pareja. Sociedad Chilena de Psicología Clínica. Febrero. 33 (1) – 35-45. [en línea].
Jiménez y Maldonado. (2020). Terapia de Pareja Centrada en las Emociones. Revista Griot. 13 (1).
Rodríguez. (2014). Prólogo a la sexta edición. BOWLBY and others. Vínculos afectivos. Formación, desarrollo y pérdida. Ediciones Morata, S. L. Madrid.