Ruptura de una Promesa

RECUPERAR LO AFECTADO
Uno de los deseos presentados en consulta por las parejas que acuden, es recuperar o reconstruir la relación de pareja cuando uno de los dos ha sido infiel. Podría decirse que esta es una de las experiencias más desafiantes que una pareja puede enfrentar, pero no necesariamente marca el final de la relación. Superar este obstáculo requiere de compromiso fuerte de parte de ambos miembros para reconstruir la confianza y redefinir los términos de la relación.
Según Gottman y Silver (1999), es fundamental reconocer que la infidelidad es un síntoma de problemas subyacentes, más que la causa principal de la ruptura, por ello acudir a terapia de pareja puede ayudar a identificar estos problemas, ya sean fallas en la comunicación, distanciamiento emocional o necesidades insatisfechas. La disposición para reconocer y trabajar en estas áreas es esencial para comenzar el proceso de reconstrucción.
Inicialmente, surge el planteamiento de reparación de la confianza, elemento que cobra gran importancia a partir del pacto implícito o explícito que se realiza en algunas parejas al conformarla con el principio de exclusividad sexual, ya que el rompimiento del acuerdo implica dejar de dar por sentado todo aquello que servía de base para la relación (Núñez, Cantó-Milà y Seebach, 2015). Además, en este proceso, si el ofensor, es decir, la persona que comete el acto de infidelidad, reconoce que ha causado un daño, le corresponde demostrar con acciones coherentes, continuas y constantes su compromiso con la relación y su deseo de reparar la herida; esta cuestión incluye el mantenimiento de una comunicación abierta, inclusive dando respuesta a preguntas sin ocultamiento de información, así como asumir la responsabilidad por sus actos. De igual manera, es decisivo que ambos integrantes de la pareja establezcan nuevos límites y expectativas, lo que puede acarrear desde fijar reglas sobre interacciones con otras personas
hasta revisar patrones de comportamiento que contribuyeron a la infidelidad (Snyder, Baucom y Gordon, 2008).
Ciertamente, la reconstrucción de la relación requiere trabajo mutuo y esfuerzo consciente de ambos miembros de la pareja, en la procura de reavivar la conexión emocional entre los dos; es así que la infidelidad puede abrir una oportunidad para explorar nuevas formas de intimidad y comunicación, permitiendo a la pareja redescubrirse y replantear sus deseos dentro de la relación. Aquí, prácticas intencionales como pasar tiempo de calidad juntos, realizar actividades nuevas o explorar la sexualidad desde un enfoque renovado pueden ayudar a fortalecer el vínculo y crear una nueva narrativa para la pareja (Perel, 2017).
Por otra parte, es importante decir que el perdón juega un papel clave en la recuperación. Aunque no significa olvidar o justificar el acto, permite a la persona ofendida tramitar la carga emocional asociada al evento, promoviendo un entorno más favorable para la recuperación de la relación (Worthington, 2006). Es un proceso interpersonal, e implica dos dimensiones esenciales: una disminución de los sentimientos de enojo hacia el ofensor y la aparición de sentimientos positivos como compasión hacia sí mismo o hacia quien comete la ofensa (Yárnoz-Yaben y Comino, 2012). Así mismo, es importante que la persona afectada se apropie de su trabajo emocional, ya que es posible cómo afirman Gordon, Baucom y Snyder(2004) citado por (Pérez, Ruiz y Parra, 2014) que experimente algunas reacciones emocionales que le generen malestar, vergüenza, ira, tristeza, ansiedad, también desregulación emocional y síntomas parecidos a los del estrés postraumático; por lo tanto, la terapia psicológica o de pareja cobra relevancia en el tránsito de este proceso.
En efecto, la terapia proporciona un espacio seguro para que ambos expresen emociones, necesidades y deseos que quizás no habían articulado antes (Gottman y Silver, 1999). Un terapeuta actúa como mediador, facilitando la comunicación efectiva y ayudando a ambos a comprender las perspectivas del otro. Según Olson Russell y Sprenkle (2002), la intervención terapéutica no solo ayuda a resolver conflictos derivados de la infidelidad, sino que también puede fomentar mayor comprensión y empatía entre la pareja.
Igualmente, es esencial que cada integrante trabaje en su crecimiento personal. Reflexionar sobre su contribución a la dinámica que permitió la infidelidad e identificar áreas de mejora personal es vital (Bass y Davis, 1995). Por ejemplo, si uno de los miembros reconoce que tiende a evitar conflictos o a suprimir sus necesidades, puede enfocarse en desarrollar habilidades de comunicación
asertiva. Este enfoque dual, donde se promueve tanto el crecimiento individual como el de la relación, es crucial para mantener la relación después de una infidelidad.
Sin embargo, no todas las relaciones pueden o les conviene continuar después de una infidelidad. Hay situaciones en las que la confianza es irreparable, insostenible o los problemas subyacentes son tan profundos que seguir juntos sería perjudicial. Según Amato y Previti (2003), en estos casos, reconocer la necesidad de separación puede ser un acto de respeto hacia sí mismo y la otra persona. Incluso
en estos escenarios, el intento de salvar la relación puede ofrecer aprendizajes valiosos que ayuden a las personas a crecer y mejorar en futuras relaciones.
En resumen, la infidelidad, aunque representa una herida profunda, no tiene que ser el final de una relación. La voluntad de enfrentar el dolor, identificar y resolver problemas subyacentes, reconstruir la confianza, fomentar la comunicación abierta y buscar apoyo externo y/o profesional son elementos clave para la recuperación. Al final, la decisión de continuar o separarse resulta de una evaluación honesta
sobre si ambos están dispuestos y son capaces de hacer los cambios necesarios para reconstruir la relación en una base más sólida y saludable (Gottman y Silver, 1999; Snyder, Baucom y Gordon, 2008).
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Melissa Morales Rúa
Magíster en Terapia Familiar y de Pareja
Psicóloga
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Amato, P. R., y Previti, D. (2003). Razones de las personas para divorciarse: Género, clase social, el curso de la vida y ajuste. Journal of Family Issues, 24(5), 602-626.
Bass, E., y Davis, L. (1995). El valor de sanar: Una guía para mujeres supervivientes de abuso sexual infantil. Ediciones URANO.
Barcelona Gottman, J., y Silver, N. (1999). Los siete principios para hacer que el matrimonio funcione.
Random House Núñez, Cantó-Milà y Seebach. 2015.Confianza, mentira y traición. El papel de la confianza y sus sombras en las relaciones de pareja. Revista Sociológica. 30(84), 117-142 Olson, D. H., Russell, C. S., y Sprenkle, D. H. (2002). Modelo circunplejo de los sistemas maritales y familiares. Routledge.
Pérez Baquero, C. A; Ruiz Santos, R. P; Parra Ocampo, C.I. (2014). Efecto de una intervención cognitivo conductual en el conflicto marital por infidelidad.
Psychologia. Avances de la disciplina. 8(2), 23-36. Perel, E. (2017). El estado de los asuntos: Repensando la infidelidad. HarperCollins.
Snyder, D. K., Baucom, D. H., & Gordon, K. C. (2008). Superar la aventura: Un programa para ayudar a sobrellevar, sanar y avanzar: juntos o separados. Guilford Press.
Worthington, E. L. (2006). Perdón y reconciliación: Teoría y aplicación. Routledge.
Yárnoz-Yaben, S., y Comino, P. (2012). Un instrumento para la evaluación del perdón en el ámbito del divorcio y la separación. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 12(1), 49-58.