“Malos” comportamientos en los niños
Los “malos comportamientos” en los niños, suelen alterar la dinámica en el hogar. ya qué, muchos padres no saben la raíz y el cómo se debe intervenir.
Los adultos normalmente clasifican los comportamientos como “buenos” o “malos” y según sean los comportamientos de los niños, así mismo será la recompensa o el castigo.
Culturalmente nos han dicho que los niños ejercen las “pataletas” o se portan “mal” por diferentes motivos, llamar la atención, “manipular”, por ser mal criados entre otros, pero nos hemos puesto a pensar ¿qué hay detrás de cada comportamiento? o ¿qué me quiere expresar mi hijo?
Empecemos hablando sobre el origen a nivel cerebral, los seres humanos nacemos con una parte del cerebro más desarrollada que las otras, pues ningún ser humano nace siendo consciente de sus actos (metacognición) ni nacen con la capacidad para tomar decisiones, ya que esta función va directamente ligado al lóbulo prefrontal, quien es la parte racional de nuestro cerebro, esta habilidad se logra con la maduración de esta área y alcanza su total desarrollo hasta los 25 años de vida; Sin embargo, todos nacemos con un estado de alerta, que nos permite responder ante una amenaza, el niño llora para comunicar esas necesidades, esta parte de respuesta a la amenaza, se produce en el tronco encefálico o cerebro reptiliano, y al nacer esta área está desarrollada al 100%, por otro lado, el sistema límbico es el responsable de la parte afectiva del individuo y esta también está desarrollado al momento de nacer (figura 1.1)
Según autores que hablan sobre la crianza consciente como la Dra. Rebecca Bailey (fundadora del instituto Conscious Discipline) explica la importancia de reconocer el cómo funciona el cerebro de los niños, pues si entendemos esta parte del cerebro, podremos saber cómo el niño reaccionará.
Así qué, los “malos comportamientos” solo son el síntoma de algo más, ya que el niño no tiene la capacidad para razonar sobre un suceso estresor, y su respuesta será guiada por la emoción que le genere.
¿Qué hacer?
Caso de Lorenzo:
Lorenzo es un niño de 4 años, vive con su padre, su madre y su hermanita menor de 1 año; La madre lo lleva a consulta expresando “Mi hijo no me obedece, siempre está enojado, me grita y constantemente me hace pataletas, yo he intentado todo, le he pegado, lo he regañado, le quito sus juguetes favoritos, pero nada ha funcionado, por ¡favor ayúdeme!, ya no sé qué hacer”
Al estar en consulta con Lorenzo a través de la terapia de juego, se puede observar las capacidades comunicativas de Lorenzo, pues habla abiertamente sobre la dinámica en su casa, Lorenzo pide constantemente atención durante la sesión, cuando es validado emocionalmente se muestra cariñoso, para Lorenzo la atención plena al momento de jugar es clave y cuando no se le ignora y regaña responde desde la frustración.
Al hablar con la madre sobre la dinámica familiar y las rutinas diarias, expresa, “La verdad a mí me queda muy difícil estar con los dos, entonces después que mi esposo se va a trabajar, trato de adelantar los deberes del hogar, ya que después que los niños se despiertan y me queda más difícil; Lorenzo es más independiente entonces él come y se baña solo, casi todo el tiempo me pide que juguemos, yo le explico que tengo que cuidar de su hermanita que necesita más atención y cuidado, pero él se enoja y me empieza a golpear, es grosero con su hermanita por lo tanto lo castigo.”
El caso de Lorenzo nos indica como la poca empatia de la madre, no le permite ir mas allá de ese comportamiento, Lorenzo lo único que pide es atención plena, cuando la madre no le da ni el cuidado ni la atención, los niveles de cortisol (la hormona del estrés) se aumentan, reaccionando con un desborde emocional, dado que, su lóbulo prefrontal no está completamente desarrollado le es imposible su control interno, y no tienen un adulto que sea su espejo en la “rabieta”. La agresión hacia su hermana menor, es una respuesta desadaptativa para comunicar su enojo y celos fraternos.
Con el caso anterior pensemos que ese mal comportamiento solo es la punta del iceberg, y debajo de esa forma de responder mal adaptativa, hay una complejidad, pues encontraremos un cerebro que responde desde la supervivencia llevado por la emoción, frustración del niño, de no tener esa habilidad para responder asertivamente.
Algunas herramientas:
- Deja que exprese sus sentimientos y emociones
- Sé paciente – Recuerda que tú eres su espejo en la rabieta
- Sé empático y pregunta ¿qué hay detrás del comportamiento de mi hijo?
- Pregúntate ¿Qué habilidad le falta?, ¿Cómo me puedo ayudar?
Por lo anterior, la invitación es para ir más allá de juzgar ese mal comportamiento y empezar a preguntarnos sobre la raíz del malestar del niño, ¿Qué habilidad le falta a mi hijo? Y ¿cómo le puedo ayudar? De esta forma podré darle las herramientas necesarias para que aprenda a afrontar dichas situaciones.