Límites: Cómo y Cuándo Ponerlos
Muchas personas llegan a consulta y refiere situaciones en las cuales no son capaces de establecer un límite, no saben decir “NO”, les cuesta respetar sus innegociables y ceden constantemente ante los deseos y demandas de las demás personas.
Pero antes de hablar sobre la importancia de tener estos límites bien definidos, es relevante empezar diciendo que los límites son puntos de vista, opiniones y criterios que van acorde con mi esencia. Es un cerco imaginario donde señalo con claridad hasta dónde las demás personas pueden llegar.
La importancia de los límites es clara, ya que cuando establecemos límites, nuestras relaciones se comienzan a transformar, se vuelven mucho más sanas y la ausencia de los mismos tienen serias repercusiones en tus derechos. Poner límites a los demás es poner límites a ese niño interior que necesita todo el tiempo aprobación, que quiere que los demás lo acepten. De no querer entrar en conflicto por sus opiniones o deseos y en esta complacencia la persona se pierde a sí mismo, pues siempre está en pro de las necesidades de los demás y pocas veces o nunca en pro de sus necesidades.
¿Por qué no pongo limites?
La principal razón es el miedo, del ser rechazado o no ser aceptado, por ello busco por todos los medios complacer a los demás, aunque me cueste mi propia identidad. Con la intención o el desespero de encajar cedemos ante peticiones que van en contra de nuestra esencia y es ahí donde adaptamos máscaras para encajar con cada persona, al no establecer límites en tus creencias o gustos, vives tu vida para los demás y no para ti mismo, esto genera ansiedad de las consecuencias si tu no satisfaces esas necesidades.
¿De donde viene el miedo a poner límites?
La mayoría de dificultades incluyendo el miedo a poner limites, viene de la infancia, pues socialmente desde esa etapa de vida, nos dicen que debemos ceder ante las peticiones de los demás, que debemos hacer las cosas para agradar, que no está bien visto si negamos un beso o un abrazo a un familiar así no lo conozcamos. Nos dicen frases como “eso no está bien”, “qué pensara de ti si no le das un abrazo”, estas frases son solo una muestra de cómo desde la infancia inconscientemente nos quitan esos derechos del decir NO, no quiero, no me gusta, y crecemos con esa idea de “si no cedemos, vamos a ser rechazados” y ¿quién quiere ser rechazado? A nadie, a nadie le gusta esa sensación de ser inapropiado.
¿Cómo empiezo a poner límites?
- Haz una lista de limitaciones que has tenido al ceder siempre, se consciente de cómo esto te ha perjudicado.
- Ten claridad de con qué personas te subyugas, es decir, con quien te cuesta imponer o respetar ese límite.
- Reconoce los sentimientos que te genera al decir “NO” a ciertas cosas, si conectas con una emoción de rabia y resentimiento, es porque lo consideramos como una invalidación, como algo injusto, y es ahí donde debes colocar un límite, de lo contrario tendrás conductas pasivas agresivas.
- Frente a una demanda o petición, pregúntate ¿Me siento cómoda o cómodo, con esta situación? Si la respuesta es no, esto te indicará cuándo y dónde poner el límite
- Haz una lista de todos tus roles y debajo de ellos coloca lo que si te corresponde a ti por cada rol.
Ejemplo:
Soy:
- MADRE: me corresponde, estar pendiente del alimento de mis hijas, me corresponde brindarles espacio de juego, me corresponde criarlas en un ambiente sano y sin violencia.
- HIJA: Me corresponde estar al pendiente de mis padres, me corresponde respetarlos.
- SECRETARIA: me corresponde tener mis apuntes al día, me corresponde llamar a los clientes, me corresponde agendar los pacientes, me corresponde tener al día los pagos y listas de chequeos, me corresponde tener mi lugar de trabajo limpio.
NO ME CORRESPONDE:
- MADRE: sacrificar mi tiempo y mis espacios por sus deseos y demandas, no me corresponde perder mi identidad, mis gustos y mis hobbies por ellas, no me corresponde….
- No me corresponde……
- SECRETARIA: No me corresponde acceder a las peticiones de mi jefe, no me corresponde cambiar mi horario por las necesidades de la empresa, no me corresponde realizar tareas que no me competen, no me corresponde …..
- Piensa en cuáles serían esos derechos que pierdes al ceder.
Ejemplo:
- Tengo derecho a decir “NO” sin remordimiento
- Tengo derecho a tomar mis propias decisiones.
- Tengo derecho a mis espacios personales.
- Tengo derecho a tener mis propias opiniones.
- Tengo derecho a cambiar de opinión
- Tengo derecho a decir “No sé”.
- Tengo derecho a irme de donde no me siento bien.
- Tengo derecho a no cumplir las demandas de los demás.
- Tengo derecho a estar sol@ aunque las demás personas quieran estar conmigo.
- Tengo derecho a no resolver los problemas de los demás.
- Conecta con qué te gustaría hacer y decir.
- Haz una lista de las cosas que más me cuesta decir o hacer y clasificarlas de manos dificultad a mayor, e inicia por esas cosas más fáciles y ve subiendo de intensidad al cabo de las vayas realizando.
- Mantén el límite: la única forma de respetar tu límite, es reconociéndome, respetando tus espacios y conectando con esas emociones.
- No preguntes ni pidas validación de los límites, pues todos tenemos límites diferentes y la respuesta de ello será en relación a esos límites de esa persona. Por ello solo tú sabes qué límites necesitas en tu vida.
Cosas para tener en cuenta:
Si eres una persona que cedes y cedes, probablemente cuando impones tu límite, a las personas no les va a gustar, les gusta cuando dices siempre, “SI” cuando cumples esas peticiones y demandas, pero este proceso aunque es difícil y confrontador, depurara de tu vida esas personas que cuyo único objetivo es su satisfacción y placer. No debes preocuparte si se van, pues esto indicará que ellas no respetan tus necesidades. Y esas personas son innecesarias en tu vida. Otra cosa para tener en cuenta es que debes tener coherencia y respetar los límites de las demás personas. No puedes pedir que respeten tus límites si no respetas esos espacios y deseos de las demás personas.
Trabaja en tus límites, ya que una persona con límites claros vive sin miedos, sin la necesidad de encajar, seguro de ti, no te pones máscaras para encajar y las personas que tienes al lado, te reconocen y respetan esos espacios, tus relaciones fluyen y empiezas a vincularte desde lo sano.