Inteligencia Emocional

A nivel general, teniendo en cuenta conceptos y experiencias, la inteligencia emocional se puede considerar como la capacidad para tomar conciencia de nuestras propias emociones y saber gestionarlas. Varias evidencias empíricas a lo largo de los años han demostrado que un buen desarrollo de inteligencia emocional contribuye en la disminución de la ansiedad, estrés, comportamientos de riesgo, conflictos, y contrario a esto ocasiona aumentos en la tolerancia a la frustración resiliencia y bienestar mental. Bisquerra et al. (2012).
Según Arrabal, E. (2018):
Hasta hace pocas décadas se pensaba que al tomar decisiones como puede ser el simple hecho de comprar una casa, elegir un trabajo y otro, o decidir a dónde viajar, echábamos mano solamente de nuestro (CI) cociente intelectual. Sin embargo, desde hace poco tiempo se conoce que las emociones influyen en absolutamente todos los pasos que damos en nuestra existencia. Aunque estemos hablando de decisiones aparentemente carentes de emociones o que deberían de ser tomadas de manera más racional. El 95% de todas nuestras decisiones están influenciadas por nuestras emociones.
Por ejemplo, cuando compramos un coche nos dejamos llevar por emociones, cuando asistimos a un concierto nos dejamos llevar por emociones, cuando decidimos formar una familia nos dejamos llevar por emociones, cuando decidimos estudiar una carrera también nos dejamos llevar por emociones.
Las emociones son las que nos llevan a finalizar una relación sentimental, iniciar una guerra, vengarnos, perdonar, etc.
Por otra parte, se ha demostrado que existen casos en los que una persona con un alto coeficiente emocional pero no tanto intelectual, puede en muchos casos tomar mejores decisiones que una persona que tiene un cociente intelectual superior al emocional (p.8-9).
Daniel Goleman, psicólogo especializado en lE (Inteligencia emocional) y doctorado en Harvard, pionero en la divulgación sobre la importancia de la inteligencia emocional en la vida y el trabajo, citado por Arrabal, E. (2018) expresa que este afirma literalmente que la inteligencia emocional es:
“la capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlo y compartirlos con los demás”.
La inteligencia emocional bien trabajada y gestionada nos hace personas capacitadas para relacionarnos con nosotros mismos y con el resto de las personas. Nos impulsa a dar un uso constructivo a partir de toda la información emocional que tenemos de nosotros mismos y del resto de las personas y además, es según Daniel Goleman, la herramienta más poderosa que tenemos, incluso por encima del cociente intelectual, para tomar cualquier decisión de cualquier índole durante nuestra vida.
En definitiva, de nuestro cociente intelectual depende en gran medida el fruto de nuestras decisiones, nuestra felicidad y por lo tanto, nuestro destino.
Gráfico de la influencia de la I.E. en nuestras relaciones:
Bibliografía
Bisquerra, R., Punset, E., Mora, F., García, E., López-Cassà, È., Pérez-González, J. C., … & Aguilera, P. (2012). ¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia. Esplugues de Llobregat (Barcelona): Hospital Sant Joan de Déu.
Martín, E. M. A. (2018). Inteligencia emocional. Editorial Elearning, SL.