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El Estrés

El Estrés

¿Tu Peor Enemigo o Mejor Aliado?

Atribuimos la palabra ESTRÉS a esas sensaciones tensas, desagradables, incómodas e incluso limitantes emocional y físicamente, que pueden desencadenarse por diferentes motivos o en diferentes situaciones o circunstancias (laborales, sociales, familiares, en pareja, proyecto de vida)

En sí, el estrés es una respuesta fisiológica del cuerpo humano cuando la mente siente una potencial amenaza a su sobrevivencia. Básicamente, el estrés es un souvenir de cuando éramos cavernícolas y teníamos que sobrevivir en un mundo hostil lleno de amenazas que para el momento eran reales por las condiciones.  Hoy en día, tenemos más recursos, pero el cerebro no distingue entre que amenazas son reales o cuáles son producto de nuestra imaginación y su mecanismo de acción sigue siendo el de preservarnos como especie.

De ahí que el estrés pueda ser nuestro aliado (amenaza real) o nuestro enemigo (amenaza creada por nuestra mente).

 

En general, las señales más frecuentes del estrés son:

  • Emocionalmente: temor (miedo), angustia, incertidumbre, irritabilidad, ira, confusión, dependencia, culpa, pánico, ansiedad, agresión, lapsos de llanto, sensación abrumadora o de pérdida de control, negación, depresión o cualquier emoción que no sea común.
  • Cognitivamente: pensamientos intrusivos, catastróficos, obsesivos y/o recurrentes que dificultan la concentración, atención y memoria; llevando a la autocrítica y a la preocupación excesiva por el futuro tanto de sí mismo como de las figuras de apego.
  • Comportamentalmente: actos compulsivos, agresivos, retraimiento, inquietud, cambios en el sueño, cambios en el apetito, aumento en el uso de alcohol, aumento en el uso de otras sustancias, brotes de ira, dificultad para expresarse, frustración, o cualquier comportamiento que difiera de su comportamiento habitual.

 

¿Cómo Afrontarlo y Salir Victorioso? Claves para una Vida Equilibrada 

  • Reconocer las cosas que se pueden cambiar y las que no, actuando sobre las primeras y creando un plan alterno sobre las segundas, aceptando que no todo corre bajo su responsabilidad, lo que permitirá dejarlas ir y no alterarse.
  • Evitar las situaciones estresantes, reconociendo cuáles son los factores individuales que pueden producir estas emociones, sensaciones o pensamientos. De no ser posible evitarlas y/o buscar estrategias que permitan afrontarlas de una manera coherente (pienso, siento, digo y hago)
  • Tener clara la visión sobre sí mismo, sobre los demás y sobre el mundo en general: su perspectiva, ayudará a identificar los factores estresores y los factores reparadores.
  • En momentos de tensión, hacer pausa y cambiarlo por algo que se disfrute.
  • Aprender nuevas maneras para relajarse: manejo de la respiración, meditación, yoga, etc.
  • Crear una red de apoyo, que permita conectarse con seres queridos (familia, pareja, amistades)
  • Hábitos de sueño: Dormir lo suficiente con unos hábitos de sueño que permitan la reparación, en lo posible, durante la noche
  • Hábitos alimenticios sanos: comer los nutrientes en las cantidades necesarias, teniendo en cuenta ¿qué, donde, cómo y con quién comes?
  • Hacer ejercicio regularmente permite la adecuada oxigenación y, por tanto, relajación del cerebro y del cuerpo.

 

La felicidad o sufrimiento no depende del exterior, sino de la actitud que se asuma ante las diferentes situaciones y retos que se enfrentan en la cotidianidad.

 

Olga G. Cáceres Orellana
Psicóloga

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